Chiste + Conciencia-Plano Creativo

Aporte de : Camilo Fajardo [camifaja@yahoo.com]

CHISTE 13.

Un chofer, enojado por tener que frenar bruscamente para evitar chocar con el automóvil que le precedía, grita:
- ¡Seguro que es una mujer la que conduce!
Para su gran sorpresa, es un hombre. Entonces vuelve a gritar:
- ¡Seguro que es su madre la que le enseñó a conducir!

CONCIENCIA

Hay momentos en que alguien conduce mal un coche porque no sabe bien conducir y no porque sea una mujer. Nuestro chofer debe aceptar que un hombre, en este caso él mismo, puede conducir mal, sin darse excusas por lo que le pasa.. Su ego narcisista arregla la realidad para que ella concuerde con sus opiniones. A lo largo de todo el día adultera la visión de lo que sucede para no cambiar un milímetro sus prejuicios. “Nunca cometo un error, los errores los cometen los otros”. Los deseos que reprime, al proyectarlos en sus vecinos, lo convierte en un feroz censor. El ladrón cree vivir rodeado de ladrones. El santo ve la santidad en el corazón de cada ser humano.

PLANO CREATIVO

Alejandro Jodorowsky: El individuo es mortal, efímero. Pero la Humanidad puede ser inmortal, eterna. La Tierra está condenada a ser tragada por el sol. La Humanidad tiene el tiempo contado para realizar la Conciencia colectiva y partir a poblar otros planetas, otras galaxias, continuando así su desarrollo espiritual. Si no actuamos como una sublime colectividad, todo lo que hacemos será devorado por la gran hoguera. Esta fábula, inspirada por una historia china, puede sernos útil:
En un pequeño terreno baldío, junto a unas rocas, vivían miles de hormigas, felices, gozando del sol, del suelo llano, del alimento fácil de recoger, y de la seguridad que les daba su profundo hormiguero. Quiso la mala suerte que, después de una de tantas guerras, el ejército eligiera ese lugar para arrojar ahí un tanque aportillado por obuses. Las que no perecieron aplastadas por el derrumbe, corrieron a refugiarse entre los peñascos y allí, en la sombra húmeda, fundaron una nueva colonia. Sus hijos crecieron raquíticos. Poco es lo que podían cavar en ese suelo duro, y llegar hasta el alimento les costaba una escalada de horas por la estructura de hierro oxidado. Las hormigas no cesaban de llorar y quejarse viendo a su raza padecer… La más anciana se levantó una mañana, pulió sus mandíbulas y, con pasos decididos, se acercó al tanque y comenzó a roerle una de sus, para ella, gigantescas ruedas. “¿Qué haces?”, le preguntaron sus congéneres. “¡Estoy limpiando el terreno de este armatoste que no nos deja vivir!” “¡Estás loca -le dijeron- .Te demorarías un millón de años en roerlo!”. La anciana contestó: “¡Es cierto, pero es hora de que alguien comience!”.
Mientras el ser humano se considere un individuo separado, nunca emprenderá tareas que requieran un trabajo más largo que su vida. Sólo aquel que se da cuenta de que el hombre es “Humanidad” puede comenzar labores cuyos frutos saborearán lejanos descendientes. Quien no ve más allá de sí mismo, encontrará que las grandes empresas son inútiles y que es mejor autodestruirse que perder el tiempo en una construcción que -para él- nunca tendrá fin… También los Gobiernos, en lugar de dar sólo soluciones a problemas que atañen a su exclusivo período, deberían pensar en la continuidad del eslabón que ellos representan y emprender hoy tareas que a muy largo plazo darán frutos. Aunque los “importantes” mandatarios ya no estén en el poder para gozar del resultado, los países tendrán la dicha de conservar aquello que fue sembrado por exclusivo amor. La vieja hormiga sacrificó su “gloria” por el bienestar del hormiguero